¿A qué le das más importancia en la vida, al destino o al karma?
Crónicas de un viaje a la India
Algunos de vosotros que me seguís en Instagram ya sabéis que he pasado unas semanas en India y Sri Lanka. Era un viaje muy esperado, ya que este verano decidí posponer las típicas vacaciones mediterráneas de sol y playa para aventurarme a explorar tierras lejanas.
La primera parada fue India, donde tenía algunos contactos de trabajo. Iba con la mente abierta, sin grandes expectativas ni una idea de “buscarme a mí misma” al estilo de la película Come, reza, ama. Tampoco esperaba que el viaje me cambiara la vida (sé que hay gente que compra billetes de cuatro cifras con esa intención), pero os aseguro que ha sido una experiencia transformadora. Ahora entiendo por qué tantos líderes espirituales y pensadores pasan largas temporadas en este país.
India es un lugar de intensos contrastes, sin medias tintas: lujos impresionantes y realidades duras que te golpean y te hacen cuestionar muchas cosas. Recordé aquellas veces en las que me quejaba por tonterías, y me di cuenta de lo afortunados que somos. Ver niños pidiendo en la calle mientras alguien los observa desde las sombras es una de esas imágenes que te rompen el corazón. Hay quienes dicen que la gente allí es feliz pese a las dificultades, pero no puedo evitar sentir que el sistema es injusto.
Por otro lado, tuve la oportunidad de conocer un lado diferente / privilegiado del país, conectando con personas muy interesantes y enriquecedoras. Mi teléfono ahora está lleno de contactos nuevos y conversaciones que aún estoy procesando. En una de ellas, me preguntaron algo que me dejó pensando: “¿A qué le das más importancia en la vida, al destino o al karma?”
El primer día visité el Lotus Temple, un espacio impresionante de paz y meditación. Allí me enseñaron una técnica de respiración con la que me di cuenta de que había estado respirando mal toda mi vida. Me sentí aliviada, como si me abrazaran el alma. La misma persona que me guió en esa práctica me regaló tres libros de A. Parthasarathy, que estoy leyendo poco a poco, tratando de digerir todo y adaptarlo a nuestra era y cultura. En muchas de las páginas encuentro la página de Trascendental y pienso que es una señal.
Nunca un septiembre había sido tan transformador para mí. Ahora, de vuelta a la rutina, me he propuesto escribir más, sin preocuparme tanto por la forma, pero con más corazón y compromiso. Tengo muchas cosas que contaros, y esto es solo el principio.
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Iolanda